

Elia era una niña muy amable y cariñosa. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un perrito abandonado. El perrito era negro con manchas blancas y parecía muy triste. Elia decidió llevarlo a casa y lo llamó Benito. Desde ese día, Benito se convirtió en su fiel compañero.

Una noche, mientras Elia y Benito miraban las estrellas, vieron algo extraordinario. Un platillo volador aterrizó en el jardín trasero de su casa. De repente, unos marcianos bajaron del platillo y les pidieron ayuda. Parecía que se habían perdido en su viaje por el espacio.

Elia, Benito y los marcianos decidieron emprender un viaje a Marte para que los marcianos pudieran regresar a su hogar. Subieron al platillo volador y despegaron hacia el espacio. Durante el viaje, vivieron emocionantes aventuras y se hicieron amigos de los marcianos.

Finalmente, llegaron a Marte y los marcianos pudieron reunirse con su familia. Estaban muy agradecidos con Elia, Benito y Fito por ayudarlos. Después de despedirse, emprendieron el regreso a la Tierra. Al llegar, Elia y Benito se dieron cuenta de que la verdadera aventura siempre estaba en su corazón, junto a su fiel amistad.