Huggy era una perrita muy activa y energética. Siempre estaba corriendo por la casa y el jardín. Un día, mientras jugaba, rompió un jarrón muy bonito. Huggy se sintió muy triste porque sabía que había hecho algo malo.
La mamá de Huggy le explicó que debía tener más cuidado. Le dijo que no estaba mal jugar, pero que debía hacerlo con cuidado. Huggy prometió que intentaría ser más cuidadosa. Mamá le dio un abrazo y le dijo que sabía que podía hacerlo.
Un día, Huggy y su familia fueron al parque. Huggy estaba muy emocionada y quería correr por todas partes. Pero recordó la promesa que le hizo a su mamá. Decidió caminar despacio y disfrutar del paseo.
En el parque, Huggy conoció a otros perritos. Todos querían jugar a la pelota. Huggy se unió al juego, pero esta vez fue más cuidadosa. Se dio cuenta de que podía divertirse sin causar problemas.
Un día, Huggy tuvo que ir con la veterinaria. Estaba un poco nerviosa, pero su mamá le dijo que todo estaría bien. Huggy decidió ser valiente y tranquila. La veterinaria dijo que Huggy estaba muy sana y que había sido una buena paciente.
Llegó el cumpleaños de Huggy y su familia organizó una fiesta. Había muchos juegos y comida deliciosa. Huggy estaba muy feliz y jugó con todos sus amigos. Fue un día muy especial y Huggy no rompió nada.
Un día lluvioso, Huggy no podía salir a jugar. Se sentía aburrida, pero decidió hacer algo divertido en casa. Jugó con sus juguetes y leyó cuentos con su mamá. Aprendió que podía divertirse sin importar el clima.
Huggy se dio cuenta de que ser cuidadosa y tener autocontrol era importante. Ya no rompía cosas y todos estaban muy orgullosos de ella. Aprendió a divertirse de manera segura. Huggy se convirtió en una perrita muy feliz y bien portada.
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