Brandon y su gato, Cheli, estaban entusiasmados con su aventura. Era la primera vez que iban al desierto. Brandon preparó una mochila con agua y tentempiés. Cheli ronroneaba feliz mientras se ponían en camino. El sol brillaba con fuerza mientras caminaban.
Mientras caminaban, Cheli vio algo brillante en la arena. Era una piedra preciosa y brillante. Brandon la recogió y la metió en su mochila. Se preguntaron qué otros tesoros podrían encontrar. El desierto estaba lleno de sorpresas.
De repente, vieron a un grupo de lagartos jugando cerca de un cactus. Brandon y Cheli observaron en silencio. Los lagartos eran amistosos y les invitaron a unirse a su juego. Brandon y Cheli jugaron al pilla-pilla con los lagartos. Fue muy divertido.
Después de jugar, Brandon y Cheli tenían hambre. Encontraron un lugar a la sombra bajo una gran roca. Brandon compartió sus bocadillos con Cheli. Disfrutaron de su picnic mientras observaban a los animales del desierto. Fue un día perfecto.
Mientras exploraban, descubrieron una cueva. Parecía oscura y misteriosa. Brandon sentía curiosidad, pero estaba un poco asustado. Cheli entró primero con valentía. Juntos, se adentraron en la cueva.
Dentro de la cueva, encontraron un viejo cofre. Brandon lo abrió con cuidado. Dentro, había monedas antiguas y joyas. ¡Era un tesoro escondido! Brandon y Cheli estaban asombrados por su descubrimiento.
Cuando el sol empezó a ponerse, supieron que era hora de volver a casa. Brandon y Cheli empaquetaron cuidadosamente el tesoro. Se despidieron de sus nuevos amigos lagartos. Caminando de vuelta, se sentían felices y cansados. Había sido un día inolvidable.
Cuando llegaron a casa, Brandon enseñó el tesoro a su familia. Todos estaban asombrados por su aventura. Cheli se acurrucó y ronroneó contenta. Brandon sabía que vivirían muchas más aventuras juntos. La excursión al desierto era sólo el principio...
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